sábado, 8 de enero de 2011

EL SIEMPRE NOS DEJA SOLOS PORQUE ES NECESARIO


A veces nos sentimos muy solos. Pareciera que nadie está a nuestro lado. La familia no nos comprende, los hijos se casaron o se irán alguna vez de tu lado. Los amigos se marchan con sus familias, los trabajos nos parecen duro y a todo le falta sentido. ¿Te has sentido así alguna vez? Yo me sentí así más de una vez en el pasado y recuerdo que en esos momentos en que más sola me sentía, comencé a experimentar cosas que antes nunca había experimentado. Dios sacó toda la gente de mi lado y no tuve a quien correr cuando estaba triste. Dios me rodeó con silencio y soledad hasta que tuve que arrodillarme y decirle: "Aqui estoy, me siento sola, triste, abandonada y desorientada".

En esos momentos, Dios nos demuestra que nada tiene sentido en la vida si El no está en nosotros. No digo "con" digo "en", es decir, "dentro" de nosotros. Cuando Jesucristo mandó su Santo Espíritu, fue para que habitara en Su Templo y tuviéramos INtimidad con El, In, es decir en, dentro tuyo.

La Biblia es el medio más exacto con la cual podemos recibir palabras de Dios y estas comienzan a ser concretas en tu vida si te decides a confiar en Dios. Sin confianza, no tendremos nunca respuestas. El día en que decidí creer que aunque estuviera sola y no tuviera nada y a nadie, DIOS ESTARIA CONMIGO Y JAMAS ME DEJARIA.

Cuando comenzamos a creerlo, comenzamos a experimentar la llenura de Cristo en nuestros corazones. Podemos sentirnos solos alguna vez, pero nunca sentiremos la soledad, esa soledad que me desesperaba, porque saben una cosa....nadie en esta tierra, ni en los cielos o bajo los oceanos profundos podrá llenarte el corazón como lo hace Cristo con Su Espiritu Santo. No hay palabras que se puedan expresar cuando confiamos y creemos en Su llenura perfecta y santa.

¿¿¿TE SIENTES SOLO??? Comienza por arrodillarte y darle las gracias a Dios por atraerte a El. Eso es lo que El está haciendo, te está invitando a tener intimidad con el amado, con el perfecto, con el único amor de los amores. El es y debe ser el más importante de tu vida, por sobre todos los demás. Cuando experimentes ese amor, podrás amar y comprender a los que te rodean y sentirá deseos de bendecir y nunca más te sentirás solo o sola.

John 14:26 (Amplified Bible)

26But the Comforter (Counselor, Helper, Intercessor, Advocate, Strengthener, Standby), the Holy Spirit, Whom the Father will send in My name [in My place, to represent Me and act on My behalf], He will teach you all things. And He will cause you to recall (will remind you of, bring to your remembrance) everything I have told you.


Pero el consolador, el ayudador, intercedor, intermediario, fortalecedor, el espiritu Santo, quien el Padre mandó en Su nombre, y que actua en el nombre de Jesucristo, representando a Cristo, tomando Su lugar, El te enseñará todas las cosas. El te recordará todas las cosas y te ayudará en todo. Solo cree y confia en El.

NO ESTAS SOLO, PORQUE EL VIVE DENTRO DE TI, PORQUE ERES TEMPLO DEL ESPIRITU SANTO DE DIOS.

y si todavía no le conoces, invítalo a tu corazón con una sencilla oración de arrepentimiento e invitación. Cristo quiere vivir dentro de ti pero está esperando que tu lo invites.

Bendiciones

sábado, 10 de julio de 2010

¿SABEMOS PERDONAR?



JOYCE MEYER


¿POR QUÉ A Mi DIOS? ESE FUE EL llanto de mi corazón que por muchos años llenó mis pensamientos y afectó mi actitud diariamente. Había sido sexual, física, verbal y emocionalmente abusada desde temprana edad hasta que me fui de la casa a los 18 años de edad. De pequeña experimenté mucho rechazo, abandono y traición.

Debido a las heridas emocionales que acarreaba tras años de sufrimiento, sentía lástima por mi misma. Ese fue un enorme problema que me mantuvo apartada de cumplir el plan de Dios para mi vida Muchas personas están terriblemente heridas y andan desesperadas clamando por alguien que las ayude, mas no están dispuestas a recibir la ayuda que Dios les ofrece. Es increíble cómo queremos que las cosas se den sólo a nuestra manera. No importa cuanto necesitemos su ayuda, nunca la vamos a recibir hasta que estemos dispuestos a obrar a la manera de Dios.

Cuando alguien nos hiere, muchas veces reaccionamos como si esa persona nos hubiese robado. Sentimos que nos debe algo, aunque Jesús quiere que lo dejemos ir. Él dijo: "Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en loa cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas".
Si nos rehusamos a perdonar, ¿qué esperanza nos queda de (que vamos a recibir lo que necesitamos? Para recibir de Dios lo que Él ha prometido en su Palabra, tenemos que obedecerlo, independientemente de cuan difícil pueda ser. Tenemos que convertimos en hacedores de la Palabra.

El mayor engaño que Satanás ha perpetuado en el área del perdón es la idea de que nuestros sentimientos no han cambiado, por lo que en realidad no hemos perdonado. Muchas personas se creen esta mentira. Deciden perdonar a quien los haya herido, pero el enemigo los convence de que mientras siga teniendo los mismos sentimientos, en realidad no ha perdonando a esa persona.

Uno puede tomar la decisión correcta de perdonar y no "sentir" diferencia alguna. Aquí es cuando se necesita de la fe para superar la situación. Usted ha hecho su parte, y ahora está esperando en Dios. Su parte es sanar sus emociones, hacerle "sentir" bien y realizado. Sólo Dios tiene el poder de cambiar lo que siente por la persona que le ha herido.

Otro concepto, erróneo es que 1 todo lo que tenemos que hacer es tomar la decisión de perdonar y ahí termina nuestra parte. Jesús también dijo:"Bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian" (Lucas 6:28). En adición a eso en Romanos 12:14 dice: "Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis".

En este contexto, la palabra bendecid significa "hablar bien de". Es decir, se trata de extender misericordia a las personas que no se lo merecen.
Debemos orar por ellos para que sean bendecidos espiritualmente. Es nuestro deber pedirle a Dios que les presente la verdad y se les revele de manera que estén >S tiene el dispuestos a arrepentirse y a ser liberados de sus pecados.

.¿Ve lo que se pierde cuando sólo está dispuesto a perdonar y no ir más allá?
La clave para ser capaz de perdonar es recibir al Espíritu Santo. ¿Ha sido herido? ¿Abusado? ¿Rechazado? ¿Quiere ser verdaderamente sanado? En tal caso le pregunto: ¿Está dispuesto a perdonar?

Ore y exonere a la persona que lo hirió repitiendo esta oración: "Espíritu Santo, respira en mí y dame fortaleza. Perdono a (nombre) por (explique la situación), Lo (a) libero de su deuda y te pido que lo (a) bendigas en el nombre de Jesús. Señor, escojo andar por tu camino. Te amo y dejo en tus manos esta situación. Te entrego mi carga y confío que me ir restaurarás totalmente. Ayúdame Señor. Sáname de todas las heridas que me afligen. Hago esta oración en el nombre de Jesús, amén".

Ahora por fe deje todo en las manos de su Padre.

“Un corazón dispuesto”


joyce mayer


Por Joyce Meyer


Nuestro Dios es el Dios de los corazones. Él no se fija en lo exterior del hombre o en lo que hace una persona. El hombre juzga según la carne, pero Dios juzga según el corazón. Dios usará con más facilidad a una persona con unos cuantos problemas, pero con un corazón recto que a una persona que aparenta estar bien y tiene un corazón malo.
Para ser usados por Dios necesitamos tener un corazón dispuesto. Éxodo 25:1, 2 dice: "Jehová habló a Moisés, diciendo: Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda".

A través de los años, he tenido que superar muchas experiencias negativas en mi ministerio. Sí, tenía un llamado de Dios, pero en conjunto tuve que tener mucho el "deseo" de hacer las cosas. Tras observar a las personas y a mí misma, he llegado a la conclusión de que si tenemos suficientes ganas de hacer algo, casi siempre buscamos la manera de llevarlo a cabo.

Eso de "desear" es algo poderoso, ya que con ello logramos mantener limpia la casa, ahorrar dinero, pagar las deudas y alcanzar cualquier meta que nos propongamos. No nos gusta reconocer que la razón principal de nuestro fracaso o éxito depende de cuanto empeño ponemos en alcanzarlo. Nos gusta echarle la culpa a cualquier persona o situación, pero creo que sería bueno sentarnos a calcular cuanto "deseo" tenemos. Es preciso ser sinceros y decir: "Señor, no gané la victoria porque en realidad no la deseé suficiente. No oré ni leí la Biblia porque no quería. No pasé tiempo meditando sobre tu Palabra y hablando contigo porque no tenía ganas, no quería. Pasé toda la noche viendo la televisión porque quería".
No tienen nada de malo el descanso y la diversión, siempre y cuando estén bien nuestras prioridades. Culpamos al diablo, a otras personas, al pasado y la lista sigue, pero muchas veces la verdad es que nos faltó el "deseo". Si tú y yo queremos servir a Dios, es necesario tener un corazón dispuesto, ya que a Él no le interesan nuestras buenas obras si no las hacemos de corazón.

Hace muchos años Dios tuvo que tratar conmigo a causa de la inseguridad y el legalismo causado por las heridas de mi pasado. Vivía bajo la Ley; hacía todas las cosas indicadas sólo porque temía que Dios se enojaría conmigo de no hacerlas.
En muchas ocasiones oré porque me sentía obligada, pero mi corazón no

estaba allí. Religiosamente leía la Palabra de Dios, muchos capítulos por día, y cumplía con mi hora de oración porque así lograba sentir que había cumplido la Ley.

Un día Dios me habló claramente: "Joyce, no quiero que me des algo o hagas algo por Mí si no deseas hacerlo". Recuerdo haber pensado que eso no podía ser la voz de Dios hablándome.
No desprecio la disciplina, pero aun así, debemos hacerlo porque queremos, no porque tenemos que hacerlo. Nos vemos obligados a disciplinar la carne para hacer lo que nuestro corazón desea, ya que la carne siempre está en conflicto con el Espíritu. No siempre sentimos hacer lo que hacemos, pero no es necesario sentir hacerlo, sólo desear hacerlo. Quizá tengamos que orar en ocasiones de esta manera: "Señor, dame disposición para estar dispuesto--¡porque en este momento no tengo disposición!".

Él examinará la actitud de nuestro corazón: "Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente", (1 Crónicas 29:17).

Estoy convencida que el asunto principal en la vida del creyente debe ser la actitud o condición de su corazón. No importa lo que mostremos por fuera; la verdad que se encuentra dentro de nosotros es lo que no podemos esconder de Dios, eso es lo que a Él le importa.

Joyce Meyer es una maestra de la Palabra y la autora de varios éxitos de ventas como lo son: Controlando sus emociones, El desarrollo de un líder y la serie ¡Ayúdenme!

Un corazón deshidratado


Max Lucado

Corazón herido

Texto: Juan 7:37-39
Tú sabes lo que es la sed física. Deja de beber líquidos haber qué pasa. Un sin fin de reacciones terribles no tardarán en manifestarse. Si privas tu cuerpo de los fluidos necesarios, tarde o temprano te lo hará saber.

Priva a tu alma de agua espiritual, y ella también te lo dirá.

Los corazones deshidratados envían mensajes desesperados. Temperamentos irritados. Olas de preocupación. Culpa y temor crecientes. Desesperanza. Resentimiento. Inseguridad. Insomnio. Soledad. Esas son señales y advertencias, síntomas de una sequedad en lo más profundo del ser.
Quizás nunca lo hayas visto así. Pensaste que eran como policías acostados, una parte necesaria e ineludible de la vida.
¿Cambios de ánimo? Todos pasan días grises, sábados tristes y domingos largos y aburridos.

¿Acaso no son inevitables esas emociones?
Sí que lo son.
Aunque de ningún modo inextinguibles. Considera los dolores de tu corazón, no como luchas que debes soportar, sino como una sed interna que necesitas saciar.
Dios te invita a tratar tu alma sedienta así como tratas tu sed física. Dios no te creó para vivir con el corazón deshidratado.

De hecho, tu hacedor te creo con sed para que sirva como iniciador de sequedad.
Y “¡así como nuestra sed física no nos engaña!” pues hay un líquido vital existente para saciarla; “¡la sed de tu alma, tampoco te engaña”!, pues es un de los grandes indicadores, no solo de la existencia de un Dios, sino también de la respuesta vital (agua de vida) para tu alma, de dicho Dios.

¿Cómo se logra esto?
Empieza por hacer caso a tu sed.
No pases por alto tu sensación de soledad. No niegues tu rabia. Estos son algunos de los síntomas y las señales que no debes ignorar. Necesitas hidratación. No dejes que tu corazón se vuelva una pasa de uva. Por tu bien y el de aquellos que necesitan tu amor. ¡Hidrata tu alma! Obedece a tu sed.

¿Qué podemos hacer al respecto?
Lo que hacemos típicamente no funciona.
Nos vamos de vacaciones, tomamos píldoras, drogas o alcohol, lo arriesgamos todo en el juego, aventuras en brazos más jóvenes, un amor prohibido, adicción al trabajo con semanas laborales de ochenta horas, etc.

>. Allí hay sustancias que no estamos hechos para ingerir.
Y ten mucho cuidado con las botellas que tienen la etiqueta de “Religión”. Jesús lo tuvo. Observa en qué situación decide pronunciarse. No está hablando a prostitutas, ladrones, belicosos, tampoco a presos ni a alumnos de un reformatorio. No, se dirige a los observantes y a los asistentes fieles de una convención religiosa.

Era el equivalente del vaticano en domingo de resurrección. Están desplegados los símbolos religiosos como en una venta callejera: el templo, el altar, las trompetas y las túnicas adornadas.
Estos son símbolos simplemente y él no los puso como fuentes. El apunta hacia sí mismo, en donde los símbolos se cumplen. La religión apacigua, pero nunca satisface. Bébelo a él.

¿Cómo y donde hallamos agua para el alma?
Jesús dio una respuesta cierto día de octubre en Jerusalén. La gente había llenado las calles para la representación anual del milagro del agua que salió de la roca por medio de Moisés.

En honor a sus ancestros nómadas, dormían en tiendas o tabernáculos. Como tributo a la corriente del desierto, derramaban agua.
Cada mañana un sacerdote llenaba un jarrón dorado con agua de los manantiales de Gihón y lo llevaba por un sendero rodeado de espectadores hasta el templo. Hacía esto una vez por día durante siete días.

En el último, el gran día de la fiesta, el sacerdote daba siete vueltas alrededor del altar, empapándolo con siete vasijas llenas de agua.
Y en ese día fue cuando Jesús convocó la atención del pueblo.

>

Toda la gente sorprendida, se quedó mirando la interrupción, en ese día y momento, no era nada común, era casi interrumpir la gran fiesta. Observemos la secuencia:

…puesto en pie (al alcance de la vista de todos) ¿Acaso lo habían visto hablar con tanta intensidad?

…Alzó la voz… (Los rabinos enseñaban sentados y calmos) los Evangelios usan el mismo verbo griego para describir el volumen en la voz de Jesús. Cuando Pedro pidió auxilio en el mar tormentoso, el endemoniado grito misericordia. Y el hombre ciego dio voces al clamar por su vista.

No fue un simple murmullo. Dios hizo tronar el martillo del cielo.
¿Por qué?

Porque Cristo demanda la atención de todos, incluyéndote.
Exclamó por que le quedaba poco tiempo. Incluso el tuyo esta a distancia de la falta de un suspiro
Porque la gente moría de sed.

Dios no quedó callado. Nadie podrá decir que no lo escucho. Su amor es vehemencia en alta vos. Nos dirigió la palabra y es una palabra buena, buenas noticias de salvación, un Evangelio. Por lo que fue con voz en cuello. La justa interrupción de cualquier cosa con pretensiones de saciar incumplidas.

Jesús lanzó a gritos su invitación:
¿Se están marchitando interiormente?
Beban de mí.

Solo necesita tu permiso. Como el agua, Jesús no entrará si no optas por ingerir y tragar. Hasta que te decidas beber el agua no te dará beneficios. Puedes meterte asta el cuello en medio de un río y sin embargo morir de sed. Amenos que bebas de Cristo, seguirás siempre sediento. Bébelo a El. Y bebe con frecuencia.

Para tal fin, te ofrezco esta herramienta: Una oración para el corazón sediento.
Llévala como el ciclista lleva so botella de agua. La oración incluye cuatro líquidos esenciales para la hidratación del alma: la obra de Dios por ti, la energía de Dios, su señorío y su amor.
-Señor vengo sediento. Vengo a beber y recibir. Recibo tu obra en la cruz y en tu resurrección. Mis pecados son perdonados y mi muerte es derrotada.
Recibo tu energía. Revestido de poder por tu Espíritu Santo, puedo hacer todas las cosas por medio de Cristo, que me fortalece. Acepto también tú Señorío. Yo pertenezco a ti. Nada viene a mí sin haber pasado primero por ti. Recibo asimismo tu amor eterno. Nada puede separarme de tu amor.

¿Acaso no necesitas sorber frecuentemente de la represa de Dios? Yo sí.
Le he ofrecido esta oración en un sin número de situaciones:
Reuniones angustiosas, días insulsos, recorridos extensos, viajes exigentes, decisiones que someten a prueba el carácter. Muchas veces al día voy al manantial subterráneo de Dios y a cambio de mi pecado y muerte recibo de nuevo su obra, la energía de su Espíritu, su señorío y su invariable amor.

Bebe conmigo de su pozo sin fondo. No tienes que vivir con un corazón deshidratado.
Recibe la obra de Cristo en la cruz.
La energía de su espíritu,
Su señorío sobre tu vida,
Su amor inextinguible e infalible.
Bebe hasta lo profundo y bebe con frecuencia. Así fluirán de ti ríos de agua viva.

La carga de las preocupaciones



Por Max lucado

«Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal» ( Mateo 6.34 ).


Ese no es el único resultado. La preocupación no es una enfermedad, pero causa enfermedades. Se la ha relacionado con la hipertensión, los problemas cardíacos, la ceguera, la migraña, los problemas de la tiroides y una gran cantidad de desórdenes estomacales.

La ansiedad es un hábito caro. Valdría la pena si diera buen resultado. Pero no. Nuestros esfuerzos son inútiles. Jesús dijo: «¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?» ( Mateo 6.27 ). Los afanes nunca han dado brillo a un día, ni han resuelto un problema, ni curado una enfermedad.

¿Cómo puede una persona hacer frente a la ansiedad? Podría intentar lo que hizo un individuo. Se preocupaba tanto que decidió contratar a alguien que se preocupara por él. Encontró un hombre que aceptó asumir sus preocupaciones por un salario de 200 mil dólares al año. Después que el hombre aceptó el trabajo, la primera pregunta a su patrón fue: «¿Dónde va a conseguir los 200 mil dólares anuales?» El hombre respondió: «Ese es problema suyo».

Lamentablemente, la preocupación es un trabajo que uno no puede delegar, pero lo puede vencer. No hay mejor lugar para comenzar que en el versículo dos del salmo del pastor.

«Junto a aguas de reposo me pastoreará», dice David. Y, por si acaso lo hemos captado bien, repite la frase en el versículo siguiente: «Me guiará por sendas de justicia».

«Me guiará». Dios no está detrás gritando «¡Anda!» Va delante y me invita: «Ven». Va delante, limpia el sendero, corta las ramas, señala el camino. Al llegar a una curva, dice: «Dobla hacia allá». Al subir, señala: «Sube aquí». Cerca de las rocas advierte: «¡Cuidado!»

Él nos guía. Nos dice lo que necesitamos saber cuando necesitamos saberlo. Como lo diría un escritor del Nuevo Testamento: «Hallaremos gracia cuando la necesitemos».

Escuchemos otra versión: «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro » ( Hebreos 4.16 ).

La ayuda de Dios es oportuna. Él ayuda de la misma forma que un padre da los pasajes para el avión a sus niños. Cuando viajo con mis hijas, llevo todos los billetes en mi maletín. Cuando llega el momento de abordar el avión, me paro entre quien me atiende y mi hija. A medida que cada una pasa, yo pongo un boleto en su mano, y ella a su vez lo pasa al dependiente. Cada una recibe su billete en el momento oportuno.

Lo que hago por mis hijas Dios lo hace por usted. Se pone entre usted y su necesidad. En el momento oportuno, le da su boleto. ¿No fue esta la promesa que dio a sus discípulos? «Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad ; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo» ( Marcos 13.11 ).

¿No es ese el mensaje de Dios a los hijos de Israel? Prometió proporcionarles el maná cada día. Pero les dijo que recogieran sólo lo necesario para un día. Los que desobedecieron y recogieron para dos días encontraron que al segundo día el maná se les había descompuesto. La única excepción a la regla era el día previo al reposo. El viernes podían recoger el doble. Dicho de otro modo, Dios les daría lo necesario en su tiempo de necesidad.
Dios nos guía. Dios hará lo que corresponde a su debido tiempo. ¡Qué diferencia hace eso!
Puesto que sé que su provisión es oportuna, puedo disfrutar del presente.

«Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal» ( Mateo 6.34 ).
La última frase es digna de destacarse: «Basta a cada día su propio mal».

«No sé qué haré si mi esposo muere». Lo sabrás en el momento oportuno.
«Cuando mis hijos dejen la casa, no creo que pueda soportarlo». No será fácil, pero la fortaleza llegará en el momento oportuno «Yo no podría dirigir una iglesia. Hay muchas cosas que no sé». Quizás usted tenga razón. O quizás quiere saberlo todo demasiado pronto. ¿Podría ser que Dios le revele todo en el momento oportuno ?

La clave es la siguiente: Enfrente los problemas de hoy con la energía de hoy. No se fije en los problemas de mañana hasta mañana. Aun no tiene las fuerzas de mañana. Ya tiene suficiente para el día de hoy.

PALABRAS QUE HIEREN


Max Lucado

http://blogs.elcomercio.com.pe/lopeordetodo/molesto1.jpg


El diálogo en la mañana de ese viernes era amargo.

De los espectadores:
- ¡Si eres el hijo de Dios bájate de la cruz!

De los líderes religiosos:
- A otros salvó, pero a sí mismo no se puede salvar.

De los soldados:
- Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.

Palabras amargas. Ácido con sarcasmo. Odio. Irreverencia. ¿No era suficiente que Él estaba siendo crucificado? ¿No era suficiente que estaba siendo avergonzado como un criminal? ¿No eran suficientes los clavos? ¿Fue la corona de espinas demasiado suave? ¿Habían sido muy pobres los azotes? Para algunos, aparentemente sí.

Pedro, un escritor no dado normalmente a usar muchos verbos descriptivos, dice que quienes pasaban cerca insultos al Cristo crucificado. 1 Pedro 2:23
Ellos no sólo insultaban, hablaban o blasfemaban. piedras verbales. Tenían toda la intención de herir y lastimar.
“¡Hemos quebrantado el cuerpo, ahora rompamos el espíritu!”. De esa manera sus arcos con las flechas de su autojusticia y torturantes dardos de puro veneno.

De todas las escenas alrededor de la cruz, ésta es la que más me enoja. ¿Qué clase de personas –me pregunto- se burlará de un hombre agonizante? ¿Quién sería tan indolente como para poner sal en las heridas abiertas? ¿Cuán bajo y pervertido es hablar con desprecio a uno que está atado con dolor? ¿Quién se burlaría de una persona que está sentada en la silla eléctrica? ¿O quién señalaría con el dedo y se reiría de un criminal que tiene la cuerda de la horca alrededor del cuello? Puede estar seguro de que Satanás y sus demonios fueron la causa de tal inmundicia.

Y luego el criminal en la cruz número dos lanza su golpe:
- ¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!
Las palabras lanzadas ese día tenían el propósito de herir. Y no hay nada más doloroso que las palabras que tienen el propósito de herir. Esa es la razón por la que Santiago llama a la lengua un fuego. Sus llamas son tan malignas y destructoras que destrozan como las de una gran antorcha.

Pero no les estoy diciendo nada nuevo. Sin lugar a dudas usted ha tenido que soportar palabras que hieren. Usted ha sentido la tortura de un escarnecimiento bien apuntado. Tal vez usted está sintiéndolo. Alguien que usted ama o respeta lo azota en el piso con un látigo o con el fuego de la lengua. Y allí yace usted; herido y sangrando. Tal vez las palabras fueron dirigidas para herirlo, tal vez no; pero eso no importa. La herida es profunda. Los daños son internos. Corazón quebrantado, orgullo herido, sentimientos lastimados.
O tal vez su herida es vieja. Aunque la flecha fuera extraída hace mucho tiempo, la punta aún permanece... escondida debajo de su piel. El viejo dolor aflora impredecible y decisivamente recordándole las lacerantes palabras aún no perdonadas.

Si usted ha sufrido –o está sufriendo- debido a las palabras de alguien, estará contento de saber que hay un bálsamo para esta laceración. Medite en las palabras de 1 Pedro 2:23: “Quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente”
¿Ve usted qué no hizo Jesús?. Él no se desquitó. Él no devolvió la ofensa. Él no dijo: <¡Ya verás!> <¡Ven acá y di eso mismo en mi cara!>, <¡Sólo espérate hasta después de la resurrección, bobo!> No, estas declaraciones no se encontraron en los labios de Cristo.

¿Vio lo que Jesús sí hizo? Él encomendó su causa al que juzga justamente. O dicho más simplemente, dejó el juicio a Dios. Él no se hizo cargo de la tarea de buscar revancha, Él no demandó explicaciones. Él no pagó a ningún emisario ni envió a nadie con ninguna propuesta. Él, al contrario de la reacción normal, asombrosamente, habló en defensa de ellos: Lucas 23:24
Si, el diálogo en esa mañana del viernes fue amargo.

Las piedras verbales fueron destinadas a atormentar y torturar. Cómo Jesús –con un cuerpo quebrantado por el dolor, los ojos cegados por su propia sangre, y los pulmones inflándose ansiosamente en busca de aire- pudo hablar a favor de malvados sin corazón, es algo que va más allá de mi comprensión. Nunca he visto tal amor.

Si alguna vez una persona mereció una buena oportunidad para la revancha, Jesús fue esa persona. Pero Él no la tomó. En vez de eso murió por sus adversarios. ¿Cómo pudo hacerlo? Yo no sé. Pero si sé que todas mis heridas parecen insignificantes. Mis rencores y duros sentimientos se vuelven repentinamente infantiles. Algunas veces me sorprendo al ver el amor de Cristo, no tanto por la gente que toleró como por el dolor que soportó.

¡Maravillosa Gracia!

De adentro hacia afuera


Por Max Lucado

Cuando usted cree en Cristo, Cristo trabaja un milagro en usted. Usted está permanentemente purificado y facultado por Dios mismo. El mensaje de Jesús a las personas es simple: No es lo que tu haces. Es lo que Yo hago. Al igual que Pablo usted puede decir, "ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí" (Gálatas 2:20).

Si soy nacido de nuevo, ¿por qué fallo tan a menudo?

Cuando empezamos a caminar caemos en el proceso de aprendizaje, por lo tanto, ¿Debemos esperar algo diferente en nuestro caminar espiritual?

Pero he fallado tan a menudo, que me pregunto acerca de mi salvación.
Una vez más, ¿No es tropezando como aprendemos a caminar?

El tropiezo de un niño pequeño no invalida el acto de su nacimiento. Y el tropiezo o las fallas de un cristiano no anulan su nacimiento espiritual.

¿Entiende usted lo que Dios ha hecho? Él ha depositado una semilla de Cristo en nosotros. A medida que la semilla crece, usted empezará a cambiar. No es que el pecado desaparezca de su vida, sino más bien que el pecado ya no tiene más poder sobre su vida. La tentación lo acosará pero no lo dominará.

Escuche esto. No es cuestión suya!

Piense en ello de esta manera. Supongamos que, durante la mayor parte de su vida, han tenido una enfermedad cardíaca. Su frágil corazón restringe sus actividades. Cada mañana en el trabajo cuando los empleados saludables toman las escaleras, usted debe esperar el ascensor.

Pero luego le realizan un trasplante. Un corazón sano es puesto dentro de usted. Después de la recuperación, retorna al trabajo y al encuentro nuevamente con las escaleras - el mismo tramo de escaleras que anteriormente evitaba. Por hábito, usted piensa en tomar el ascensor. Pero luego recuerda que ya no es la misma persona. Usted tiene un corazón nuevo. Dentro de usted habita un nuevo poder.

Tiene dos opciones, vivir como la persona enferma del corazón que era o vivir como la nueva persona que es ahora después de la operación, vivir como la persona que falla a menudo o vivir como la persona nueva que Dios ha hecho de usted por medio de su poder

Usted puede decir, "No puedo subir escaleras; soy demasiado débil." ¿Su elección es negar la presencia de un nuevo corazón? Omitir la labor del cirujano? Escoger el ascensor sugiere sólo un hecho - que no ha aprendido a confiar en el nuevo poder de su corazón.

Necesitará tiempo. Pero en algún momento tendrá que subir esas escaleras. Tiene que probar que puede subirlas. Tendrá que experimentar con su nuevo corazón.

Cristo ya pago por nuestras culpas. El cumplió la ley por usted. Dios se compromete a ayudar a los que dejan de tratar de ayudarse a sí mismos.

"El que comenzó un buen trabajo en el que se llevan a la conclusión de que hasta el día de Cristo Jesús" (Fil. 1:6.)
Dios te va a cambiar de adentro hacia afuera.